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Anyone in the world

Hace unos días, concluía el trabajo iniciado durante el verano de este año con la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo (ACCD) que tenía como objetivo: asesorar y acompañar a la agencia en la concreción de los instrumentos más adecuados para ejecutar acción humanitaria. Este trabajo se ha realizado analizando las buenas praxis de otras cooperaciones y teniendo presente tanto los aprendizajes de la ACCD y sus políticas, como la idiosincrasia de la cooperación catalana.

Estamos muy satisfechos con los resultados conseguidos fruto del trabajo conjunto con el personal técnico de la ACCD y confiamos en que las opciones identificadas se puedan implementar, progresivamente, en los próximos años. Xavier Bartrolí, socio de La Cooperativa Humanitaria y principal implicado en este proyecto, nos comenta que “este trabajo ha resultado muy satisfactorio porque, además de disfrutarlo, siento que el trabajo realizado tendrá un impacto directo en la agencia y en la población a la que se asiste”.

La financiación de la acción humanitaria enfrenta retos importantes y es necesario que los donantes sean capaces de adaptarse a las nuevas realidades, identificando mecanismos de financiación que sean ágiles, flexibles, en cantidades suficientes y preferiblemente con un elemento plurianual, especialmente en las respuestas a crisis de larga duración que incorporen el enfoque del triple nexo.

Los perfiles actuales de las crisis humanitarias, muy condicionados por los efectos del cambio climático, combinan repentinas emergencias con crisis de larga duración. Esta realidad requiere de la incorporación de abordajes que pongan en el centro de la acción humanitaria a las personas, su dignidad y su protección, y que aborden causas y consecuencias de estas crisis.

La Cumbre Humanitaria Mundial de 2016 y el Grand Bargain, también conocido como el Gran Pacto, son hitos que han puesto de manifiesto la necesidad de estos abordajes, entre los que se encuentra la localización de la ayuda y el enfoque de triple nexo. Dada la importancia de estas temáticas en el ámbito humanitario actual, se integraron en este asesoramiento dos sesiones formativas presenciales, combinadas con una formación previa online, dedicadas a la localización y el triple nexo.

El término localización, en el ámbito humanitario, se refiere al proceso de reconocimiento, respeto y fortalecimiento del liderazgo de las autoridades locales y de la capacidad de respuesta de la sociedad civil en acción humanitaria. El principal objetivo de la localización es el de responder de la mejor manera posible a las necesidades de la población afectada por una crisis y preparar a los actores locales para futuras respuestas. Cabe remarcar que los primeros en responder a una crisis es la misma comunidad y/o sociedad afectada, por tanto, resulta indispensable que los donantes afronten el compromiso adquirido en el Grand Bargain de destinar un 25% de los fondos de la acción humanitaria a las entidades y organizaciones locales. En este sentido, creemos que es importante encontrar la forma de que los fondos lleguen de forma directa, a fin de que puedan contribuir tanto a la misma respuesta como a la mejora de las capacidades locales para afrontar posibles nuevas crisis. Para garantizar que se hace un uso responsable y óptimo de esta financiación, es indispensable que vaya de la mano de un acompañamiento que garantice el efectivo incremento de capacidades y de calidad de la preparación y la respuesta.

Por otro lado, tenemos el triple nexo, un concepto que ha ido evolucionando en las últimas décadas y que hace referencia a un abordaje integrativo de la acción humanitaria, la ayuda al desarrollo y la construcción de la paz. 

Este es un elemento que genera bastante controversia todavía, especialmente entre los actores humanitarios. Sin embargo, hoy en día, parece indispensable abordar desde diferentes perspectivas las necesidades y problemas presentes en una crisis de larga duración y/o recurrente, como pueden ser poblaciones desplazadas, conflictos y situaciones de violencia crónicas o sequías y otras catástrofes naturales casi habituales y periódicas, destinando los recursos necesarios que permitan este abordaje integrativo, sin que ello suponga renunciar a los principios humanitarios que han regido y deben seguir rigiendo la acción humanitaria.

Poder realizar este tipo de trabajos contribuye a nuestro aprendizaje continuo y refuerza nuestro convencimiento de quiénes somos y por qué hacemos lo que hacemos.